Mi hermana se empeñó en que esta película,
Submarine, me encantaría. Y acertó.
Submarine es una de esas películas que van directas a mi lista de favoritas.
En ella, Oliver Tate, su protagonista, es un quinceañero con una severa depresión que tiene dos ambiciones: salvar el matrimonio de sus padres y perder la virginidad antes de los dieciséis. Y ambas cosas resultan tremendamente difíciles en un entorno hostil donde uno es el hazmerreír del colegio.
Calificada como comedia en muchas precríticas de cine, de risa tiene más bien poco. De
cine indie, mucho, a saber:
banda sonora de Alex Turner; protagonista con cara también de Alex Turner; chica que no-es-guapa-pero-tiene-algo y viste con un abrigo rojo; vinilos, cassetes, super 8, polaroids...
La culpa de que las precríticas la califiquen como comedia creo que la tienen dos nombres. Por un lado, es el debut en la dirección de
Richard Ayoade (el actor que hace de
Maurice en '
The IT Crowd'), y por otro lado
Ben Stiller es el productor, lo que puede asustar, pero su curriculum 'alternativo' aparece en
Freaks ang Geeks,
Reality Bites,
I'm Still Here,
Greenberg,
The Tenenbaums... Tan tonto no es el chico, vamos. Eso sí, en la película ni rastro de ellos ni de su humor. Nadie se fijó, por cierto, a la hora de hacer las críticas, que la peli está publicada por la
Warp, que es más que un sello de calidad.
Datos aparte, es una película más que recomendable; melancólica, triste y sencilla, sincera y madura, y con una estética impecablemente cuidada en cada plano. Te gustará si te gustan las historias de amor adolescente, si te gustaron
los 400 golpes de Truffaut, disfutas con la cultura
british o las historias de
losers que tiene algo especial. Porque esta lo tiene.